miércoles, 23 de octubre de 2013

"ENTREMESES... Y DE SEGUNDO UNO DE TUS DÍAS"

          Aún hoy recuerdo el día que perdiste el juicio y te amonestaron verbalmente por ese desmedido derroche de argumentos del que hacías gala en todas y cada una de las conversaciones nocturnas. Al igual que el día que estrechaste la mano al presente, mientras dabas la espalda al pasado... y tus pupilas peregrinaban torpes con la vista puesta en el horizonte difuso de un futuro que no existía.

          No cuesta esfuerzo alguno citar aquel otro día en el que todos te dictaban sin pausas un desagradable torrente de renglones sin escribir en tu hoja de ruta. Mientras tú, amparada entre espacios en blanco, sumías las noches con piruetas mentales contorsionadas delante de los estáticos relojes que colgaban de la pared.

          Sería imposible olvidar el día que te expulsaron del aula de filosofía a precio rebajado por bostezar con descaro. Nadie se percató de que te mecía la encarecida soledad nerviosa a todas horas, y un sinfín de ideas cantaban la nana del "... Duérmete ya".

          Que no se pase por alto el día que pudo ser sí... y fue no. Sin tener en cuenta que una desenfadada preocupación se vistió de pensamiento crudo. Es conveniente hacer mención a ese día en el que tu maniatada personalidad se liberó e hizo una purga de abrazos y sonrisas. Cómo definir esa forma de provocar el sangrado a uno y otro párrafo en pulsaciones ajenas que cicatrizan a plena luz del sol.

          ¿Qué decir de tú súbito acto de renuncia a toda afiliación en los gremios de la incredulidad? Pues que era sabido que la solicitud de ingreso en el club de las sombras inocentes estaba aceptada desde muchos días atrás.

         Ah! Y sobretodo hacer mención a tu día. Sí, aquel en el que el sol dejó a la luna sin postre... Y la niebla mareó a la claridad negándole los juegos de adivinanzas.

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