jueves, 23 de diciembre de 2010

DESCONFIANZA & INGENUIDAD

DESCONFIANZA- Hola, puedes hablar ¿no?
INGENUIDAD- Claro, no hace falta que me lo preguntes con ese tono temeroso.
DESCONFIANZA- Ya...
INGENUIDAD- No te tomes en serio mi comentario, era simplemente una apreciación irónica.
DESCONFIANZA- Te creo, de veras.
INGENUIDAD- Yo todo, descuida.
DESCONFIANZA- ¿Seguro?
INGENUIDAD- No lo dudes.
DESCONFIANZA- Vale.
INGENUIDAD- Deberías tener en cuenta que yo siempre me creo todo de todos, hasta de las malas intenciones. Las buenas se agradecen, y las malas con el tiempo cicactrizan. En el momento que dejan de respirar y puedes tocarlas, sin ese escozor que provocan todas las heridas... reconforta y mucho, el observar que existen  señales visibles, pero ya apenas recitan molestias entre los versos de los actos.
DESCONFIANZA- Oye va... que para esto no te he llamado, sino para ver si me puedes echar un cable sobre un tema concreto, o mejor dicho un problema.
INGENUIDAD- Cuéntamelo entonces.
DESCONFIANZA- Resulta que entre que he estado ocupada camuflando mis manos para no ponerlas en ningún fuego por nadie, y que de tanto mirar a los lados para controlar lo que se mueve a mi alrededor... pues que no he asistido apenas, o mejor dicho nada, a clase durante este último mes.
INGENUIDAD- ¿Y...?
DESCONFIANZA- Que doy por hecho que tú, con esa amabilidad que te ha sido asignada, me dejarás los apuntes que hayas tomado en tu cuaderno. Pero de paso, no me vendría nada mal si me ayudas con el estudio. Ya sabes... tomarme la lección tema por tema.
INGENUIDAD- Mal lo veo.
DESCONFIANZA- ¡No me digas!
INGENUIDAD- Pues sí. Es que exceptuando un par de veces llevo faltando lo mismo que tú, sólo que yo no pienso volver. No creo ni que me guarden el pupitre que pintarrajeo con mis frases inocentes.
DESCONFIANZA- Ahora me has matado, yo que creía...
INGENUIDAD- No será para tanto, no exageres.
DESCONFIANZA- Pero... puedes explicarme esas faltas de asistencia.
INGENUIDAD- Sinceramente, me veía venir. Y con la previsión latente de cubrirme las espaldas me apunté voluntariamente a un grupo de estudio, de esos que se crean al estilo coche escoba para realizar un trabajo. Un trabajo de esos que se hacen sobre una materia concreta para subir nota; el pelotón de los torpes que diría yo. Esa forma agónica de intentar llegar al aprobado justo, y por mi parte... dicha asignatura en cuestión, flojeaba mucho en mi capacidad de estudio y asimilación.
DESCONFIANZA- ¿Cúal era el tema a desarrollar en dicho trabajo colectivo?
INGENUIDAD- Complejo, era muy complejo y difícil para mí.
DESCONFIANZA- Pero...
INGENUIDAD- Versaba acerca de las conexiones palpables entre las malas intenciones y sus variadas fases de aprovechamiento de lo ajeno, no me preguntes el nombre que ni me acuerdo. Y para colmo, me asignaron un grupo junto a malicia, recelo, y persuasión... y con esas compañias no me encontraba del todo integrada. Bueno, ni del todo ni una parte siquiera.
DESCONFIANZA- Creo sinceramente, y aunque me cueste decirlo... que no estabas en un grupo de estudio afín, y tampoco el tema iba mucho con tus cualidades, que las tienes, pero para otros temas. Puede que fueses el parche en dicho grupo, resultado de mi ausencia.
INGENUIDAD- Puede ser, pero yo ahí no daba para más, por mucho que me concentrase. Y tengo que reconocer que lo intenté. Me apliqué en todo lo que a cargas de maldad interior se refiere. Puse a todas horas durante los días previos a mis escrúpulos de cara a la pared, con los brazos en cruz, y de complemento unas orejas postizas de cartón simulando las de un asno. Pero ni aún así. Por lo tanto, me largué de allí igual que llegué. Hasta diría que con una leve sensación de aliviada y tranquilizadora descarga de conciencia.
DESCONFIANZA- Entonces, vete haciendo a la idea de que la nota global del curso te bajará. Entra en la media, lo sabes ¿no?
INGENUIDAD- Es igual, no he sido nunca de dar la nota alta en los finales, ni en las despedidas. Si tengo que repetir chascos, pues lo hago y punto.Yo creo que a base de levantarme en las clases prácticas de las zancadillas... alguna vez podré decir que he aprendido paso a paso las lecciones, y que me las sé de carrerilla, vamos... digo yo.
DESCONFIANZA- Es una lástima que no me hayas servido de ayuda. Puede que ocupe tu vacante en dicho grupo si no te importa.
INGENUIDAD- Es lo que deberías hacer. Problemas de adaptación no vas a tener entre ese trio.
DESCONFIANZA- Creo que estás en lo cierto, pero una cosa... si por un casual te encuentras a alguno de los miembros del grupo de estudio por los pasillos, por favor... no les digas que he hablado contigo. Mejor que no sepan nada, no sea que conspiren maldades a mis espaldas. Ya sabes que una tiene una mala reputación que conservar.
INGENUIDAD- No hay problema, soy una tumba repleta de sinceridades.
DESCONFIANZA- No es que no me fíe de ti eh, pero es que...
INGENUIDAD- Que no pasa nada. Mis inocencias leen en braile las intenciones de las jugadas, por eso cubro con un pañuelo transparente la mirada de mi invidente confianza. Hasta otra.
DESCONFIANZA- Adiós.

2 comentarios:

fer dijo...

Oh, cómo conozco a Ingenuidad a estas alturas de la carrera...

Anónimo dijo...

Sube sube, sube que nos vamos a las nubes ;)