miércoles, 29 de diciembre de 2010

ASPEREZA & TERNURA

ASPEREZA- ¿Qué quieres?
TERNURA- Bueno...
ASPEREZA- Venga, que no tengo todo el día.
TERNURA- Vale, constato que sigues deslizándote por caminos áridos y bruscos.
ASPEREZA- Correcto. Mi cínica sagacidad sigue en la contienda con su indefinible raspa y corta. No te lleves a engaños con mis formas, tienen muy poca mano izquierda. ¿Qué andas haciendo?
TERNURA- Ahora mismo ordenando los afectos precoces en el atril del subterráneo.
ASPEREZA- ¿Todavía cabe algo?
TERNURA- Siempre hay hueco para unas cuantas bolsas de fraternidad en la caja de cartón dónde amontono las empatías sobrantes.
ASPEREZA- Si eso te compensa en un futuro.
TERNURA- No pienso en ello. Pero ya me siento feliz sólo de ver como se suspenden en el aire; acortando y ensanchando los muelles que les regaló la generosidad. Se pasó por aquí el día que le vino en gana a estrecharme la mano con su impulso; salto a salto, hasta tocar techo.
ASPEREZA- Elástica acción, ¿no crees?
TERNURA- A ti te lo parecerá, pero yo creo que esas tonterías, que es lo ibas a decir, que te conozco... si salen con naturalidad no son otra  cosa que eso, lo natural... y ya por ser así, vuelan por encima de toda acción prefabricada. Me refiero a la artificial actitud sin materia prima, claro está..
ASPEREZA- Sabes desde hace tiempo que devuelvo a cualquier remite las invitaciones a las conferencias de la suavidad ilustrada. Carezco de la paciencia suficiente para permanecer ni tan siquiera unos diez minutos en el aula magna, y menos con la delicadeza que se requiere en tales eventos... ni en broma, vamos.
TERNURA- Siempre te digo que puedo adherir con mi espesa dulzura un par de asas en la taza de tus irritantes desayunos.
ASPEREZA- Me he acostumbrado al olor de esa chamusquina... no te preocupes.
TERNURA- Sí, y me lo creo. Por eso tienes las manos llenas de llagas producto de esas quemaduras. Sé muy bien que entre sorbo y sorbo, y mientras sostienes la taza que rebosa tu mala leche hirviendo, los soplidos tardan en hacer efecto, y de poco te sirve que se enfríe, si ya desciende por tu tráquea quemando el interior con la lágrima floja dolorida.
ASPEREZA- ¿Me vas a ofrecer de nuevo tus curas de humildad?
TERNURA- No, puedes estar tranquila, no tengo ni vendas en mi botiquín de ayuda. La última vez que la superioridad y su engreída sombra vinieron a merendar usaban de excusa que iban al cuarto de baño para abrillantar sus dientes de oro y...  no dejaron ni el agua oxigenada que utiliza dulzura cuando le muerden la vena aorta a traición, así que ya ves...
ASPEREZA- Yo tampoco tengo eh.
TERNURA- Pero lo tuyo no me extraña. Le das tantas veces a la amabilidad con la puerta en las narices que...
ASPEREZA- Sigue, sigue, no te cortes.
TERNURA_... No lo hago. Pero la verdad, que da lástima mirarla de perfil, por decir algo, pues resulta hiriente ver la chatura nasal que le has dejado a su llano rostro a golpe de maneta, cierre, y doble vuelta de llave.
ASPEREZA- ¿A ti nunca te he contado que los esquinazos son los que dan sentido a los rincones?
TERNURA- No, ni falta que hace. Yo me pongo desde hace mucho a salvo entre esos recodos angulares. ¿Dónde te crees que apilo a tus similares para que se limen entre ellas?
ASPEREZA- Espero no ver eso jamás, mi uniforme e irregular superficie no entiende de esas lisas mutaciones.
TERNURA- No dramatices tanto, que no has visto nada. Si hubieses leído los versos del beso torcido con los labios helados... aún te respetaría, que no comprender. Pero... no me negarás ni una ni tres veces que el papelón que interpretan las formas abiertas es sencillo, ya me gustaría verte a ti esparciendo grumos de belleza sobre el vientre liso del alma desnuda; todo un ejercicio artesanal de llana y aterciopelada técnica. Para el cual no hace falta ningún método, ya que cualquiera podría ser el personaje guionizado que ni gana ni pierde, sino que simplemente actúa.
ASPEREZA- Venga va... te dejo colgada.
TERNURA- ¿Tienes prisa?
ASPEREZA- La suficiente para no seguir escuchándote.
TERNURA- Entonces... un abrazo. ¡Ah!... y vigila con hacerle muescas a la dura conducta, no sea que de tanto afilarla te la claves accidentalmente en tu subido gesto desairado. Te lo comento por lo que le ocurrió hace poco a la antipatía. Pero eso lo dejamos para otra llamada ¿no?, hoy creo que ya he desgastado demasiado el tacto en tu basto terreno.
ASPEREZA- De acuerdo... por una vez eh, y sin que sirva de precedente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida misma en vocablos...